Tacones altos y dolor de espalda
"No es raro que las personas que pasan mucho tiempo en tacones altos tengan dolor en la parte baja de la espalda, el cuello y los hombros porque los zapatos alteran la forma natural del cuerpo".
Si además nos trepamos en unos súper agujas de más de nueve centímetros de alto y le añadimos ritmo a nuestros movimientos, indudablemente el riesgo de sufrir alguna lesión en rodillas, pies o espalda, aumenta. Sin embargo, ni esto ni las consabidas consecuencias de adoloridos pies con ampollas intimida o detiene a un grupo –cada vez más grande– de mujeres que decididas se suben a sus zapatos altos para caminar y bailar seguras de sí mismas.
Un reciente estudio de la Asociación de Ortopedia de Nueva York informe que los peores zapatos que pueden llevar las mujeres son los de tacón alto y delgado (conocidos en algunos lugares como “aguja”). Esto se debe a que el peso del cuerpo recae en el metatarso, es decir, donde están los dedos, haciendo una gran presión en un solo punto. A su vez, las rodillas y las caderas se inclinan hacia adelante y afectan el equilibrio general del cuerpo, debilitando la salud de las piernas y la espalda. Usar mucho este tipo de calzado daña desde los tobillos hasta la zona lumbar.
Cuando caminamos con tacones altos, las articulaciones de la cadera no logran moverse a través de todo el rango necesario para caminar bien, así que todo el esfuerzo recae en un área pequeña, que tiende a deteriorarse más rápidamente, habiendo más probabilidad de desarrollar osteoartritis.
Los tacones altos tienden a exagerar la posición de la pelvis (inclinada hacia arriba o hacia abajo) lo que a su vez aumenta la lordosis (arqueado hacia adentro) en la parte baja de la espalda contribuyendo a la generación de espasmos musculares, dolor y desgaste desigual en los discos y las articulaciones de las vértebras. Es muy difícil encontrar una posición óptima para la pelvis en tacones altos.
El calzado ideal debe adaptarse a la morfología y fisiología del pie, asegurando su protección y sujeción. Este deberá ser específico al uso al que vaya destinado como puede ser el hacer deporte, para caminar a diario, para vestir en un evento, para protegernos en una actividad laboral, etc.
Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, las características generales que deben estar presentes en un calzado para considerarlo recomendable al pie son:
- Estar elaborado en materiales naturales que permitan la transpiración del pie, ya que la acumulación de sudor favorece el crecimiento bacteriano y fúngico, tanto en el pie como en el calzado.
- A nivel del corte (parte superior del calzado que protege y viste al pie) se recomiendan las pieles suaves y flexibles. Los refuerzos en la zona de talón deben estar siempre presentes, puesto que darán mayor estabilidad al pie.
- Es recomendable que presente algún tipo de sujeción en el empeine que ayude a sujetar el pie en el interior del calzado, desarrollando una marcha mucho más segura y cómoda. Además, permitirá ajustarse a las variaciones de volumen que sufre el pie a lo largo del día.
- El calzado debe ajustarse a la anchura y longitud del pie de manera que no existan compresiones. Los dedos deben poder moverse en el interior del calzado durante las distintas fases de la marcha, por lo que las punteras demasiado estrechas, como las demasiado bajas, no estarán recomendadas.
- Las suelas deberán ser flexibles pero indeformables, presentando un correcto despegue de puntera para evitar los tropiezos. Estas no deberán ser ni demasiado finas, ni demasiado gruesas.
- Las suelas de cuero son recomendables por permitir una mejor transpiración del pie, pero las de caucho son mejores en el sentido de absorción de impacto, adherencia al firme y durabilidad.
- Los tacones deben presentar bases anchas y no deben ser excesivamente altos, ni demasiado bajos, puesto que ambas cosas pueden desarrollar patología en el pie. Las alturas recomendadas en la mujer son de 2 a 4 cm y en el hombre de 2 a 3 cm.